viernes, 4 de febrero de 2011

Te beso cuando no tenemos cara, ni labios, ni parpados.
Te toco sin manos, sin dedos, sin piel.
Necesito sentirte sin miedo, sin el dolor que siento al amarrarme a los árboles con cordones de hielo que congelan mi mente por momentos.

He leído en varios lugares que la felicidad sólo es el estado antes de la soledad, ¿y para qué quiero estar sola yo? Es aburrido y patético, como la vida.

¿Será desespero si bebo y fumo y me drogo y vuelvo a beber mientras me recupero de todo?
Ser como un ente que se destruye pero que siempre renace.

Hay animales así, yo los veo pero la gente no. He allí que sean parte de mitologías antiguas solamente.
Putas caminan a mi lado, me dan asco. Odio su maldita profesión, algunas hasta se divierten, ¡patético!

Cambio de dirección y encuentro gente maldita, más maldita que yo porque yo tengo algo de felicidad aún.
Me ven con odio, con repugnancia. ¿Y ahora cómo salgo de acá?

Se arrastran hacia mí, desean devorarme y convertirme en una de ellos.
Jalan mi falda, ven que no poseo piel y se ríen, se burlan de mí.

Así apareciste tú y le diste más vida a mi felicidad, espantaste a esa carroña de mi cuerpo y te instalaste en mí y ahora que no tengo acá, para tocarte con mis manos sin piel, sin dedos. Para besar tu cara sin labios, para saber cómo son tus párpados imaginados por mi torpe ser... me siento sola, vacía pero sé que estas acá.

Me atas a los árboles y aún tengo miedo, debo aprender a atarme a ellos sin miedo.
Dénme más vino, tengo ganas de morirme hoy un rato.

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